"Estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma no es una buena forma de medir la salud". Jiddu Krishnamurti.
¿Y si la adaptación no fuera la solución, sino una cárcel que limita tu potencial? Vivimos en un mundo que nos exige encajar, competir y sobrevivir. Pero, ¿qué pasa cuando la adaptación se convierte en una trampa que nos desconecta de nuestra esencia?
En este artículo, exploramos:
Cómo los hongos y los adaptógenos pueden ser puentes hacia lo inefable.
Por qué des-adaptarnos podría ser el mayor acto de libertad.
Cómo reconectar con lo que no puede ser nombrado, pero que define quiénes somos.
Vivimos en un mundo que demanda adaptación constante, donde las voces del sistema nos exigen ajustarnos, competir y encajar en moldes predeterminados. Esta lógica adaptativa nos ha dejado exhaustxs, desconectadxs y, en muchos casos, atrapadxs en una rutina de sobre-vivencia que niega nuestra singularidad. Pero, ¿y si la adaptación no fuera la solución, sino una cárcel que limita nuestro potencial subjetivo? En medio de la crisis de sentido, surgen herramientas como los adaptógenos, que prometen ayudarnos a adaptarnos mejor a las exigencias del mundo. Sin embargo, más allá de simplemente ayudarnos a regular el estrés, ¿pueden estos recursos ayudarnos a des-adaptarnos? A ir más allá de los límites de lo establecido, a explorar un cambio de paradigma que nos conecte con lo inefable, con lo que escapa a la lógica, lo inexpresable, y que se encuentra en los márgenes de nuestra experiencia.
En este proceso de transformación, los hongos y sus redes subterráneas emergen como una metáfora reveladora. Juan Acevedo Peinado, escritor y pensador, invita a mirar hacia el mundo fungi, no solo como un ecosistema biológico, sino como una experiencia profunda que nos conecta con la inefabilidad del ser. Al adentrarnos en el reino de lo inefable, podemos comenzar a entender cómo lo desconocido, lo que no se puede nombrar ni explicar, se convierte en una clave fundamental para producir un cambio de paradigma radical, uno que cuestione la adaptación impuesta y abra a nuevas formas de vida.
Habiendo cursado estudios universitarios de Medicina y Psicología en la
Universidad de Rosario, Peinado se graduó en esta última con méritos. Él es parte de un largo linaje de “payes” Guaraníes. Ha explorado el vínculo entre la naturaleza, la percepción y el lenguaje, llevando al lector a un lugar donde las fronteras entre lo humano y lo no humano, lo racional y lo irracional, se desdibujan. Su experiencia con los hongos no solo le permitió conectar con las raíces de la biología, sino también con las raíces de aquello que no se puede nombrar, lo que no puede ser capturado por el lenguaje tradicional, lo que escapa a nuestras definiciones y nociones preconcebidas. Para Acevedo Peinado, los hongos representan una resistencia a lo fijo, a lo que se puede controlar o dominar. A través de su experiencia con estos seres, él nos invita a cuestionar las formas rígidas de existir, abriendo un espacio en el que lo indefinido y lo fluido nos permita encontrar una nueva relación con nosotrxs mismxs y con el mundo.
¿Qué pasaría si cuestionáramos lo que nos han dicho que debemos ser?
La adaptación forzada a las normas y exigencias del mundo contemporáneo ha generado un sufrimiento palpable. La constante presión por ser eficaces, productivxs y exitosxs nos aleja de nuestra esencia y nos encierra en una lógica de sobre-vivencia. En este mundo, parece que todo debe ser comprendido, clasificado y medido, en un esfuerzo por controlarlo todo. Sin embargo, hay algo dentro de nosotrxs que no puede ser reducido a esta lógica de control: lo inefable, lo que no puede ser expresado ni comprendido plenamente a través del lenguaje. Este vacío, este espacio entre lo conocido y lo desconocido, es clave para una transformación real.
Cuando la experiencia de lenguaje se disuelve, cuando nuestras palabras dejan de ser suficientes para describir lo que sentimos, lo que vivimos, nos encontramos con un umbral donde la comunicación convencional pierde su poder. Es en ese desorden perceptivo, en el cruce entre lo consciente y lo inconsciente, donde surge lo inefable, lo que no puede ser contenido ni acotado. La disolución del lenguaje nos empuja a conectar con una realidad no representada, una realidad más profunda y fluida, donde las estructuras racionales se desintegran y nos abren a la experiencia pura.
El psicoanálisis, en su resistencia a la lógica adaptativa, invita a explorar precisamente ese espacio, el lugar donde surgen los deseos y conflictos más profundos de lx sujetx. Es en este espacio donde podemos empezar a cuestionar la forma en que hemos sido adaptadxs y condicionadxs por las estructuras sociales. Pero este proceso de transformación no es lineal ni racional: requiere abrirnos a aquello que está más allá de las categorías fijas del pensamiento y la interpretación.
El Mundo Fungi como experiencia inefable
En una exploración literaria y filosófica de los hongos, Acevedo Peinado ofrece una mirada renovada sobre cómo el mundo fungi puede ser una puerta hacia lo inefable. A través de su experiencia, no solo aborda el hongo como un organismo biológico, sino como un puente simbólico hacia una realidad más amplia, menos definida y más interconectada, que no sigue las reglas de la lógica adaptativa. Los hongos, al funcionar a través de redes subterráneas y simbióticas, nos recuerdan que no todo en la naturaleza (ni en nosotrxs mismxs) debe ajustarse a un orden jerárquico o lineal. La manera en que los hongos se entrelazan y comunican de manera descentralizada nos habla de un ecosistema no lineal, donde la resistencia y la adaptación ocurren a través de conexiones inesperadas y fluidas.
Aquí entra en juego el concepto de "mundo fungi", un término que puede asociarse tanto a lo biológico como a lo simbólico. Los hongos, como organismos que existen en redes, no se adhieren a una lógica individualista, sino que forman vastas conexiones subterráneas, que se comunican, interconectan y resisten las jerarquías lineales de la lógica humana. Este mundo fungi, entonces, nos invita a repensar nuestras relaciones con el entorno, lxs otrxs y nosotrxs mismxs, en términos de redes, procesos y transformaciones constantes. Lo fúngico podría ser entendido como una metáfora para describir formas de vivir que se resisten a las estructuras rígidas y competitivas que predominan en la sociedad.
Cuando la percepción se desordena, cuando las normas de lo que "debería ser" se disuelven, nos encontramos con una realidad múltiple, no limitada por las fronteras que el lenguaje y la lógica intentan imponer. Sobre este punto Acevedo Peinado nos enseña a ver los hongos no solo como organismos vivos, sino como símbolos de una forma de existencia que no depende de la adaptación constante, sino de la fluidez, de la interconexión, de lo que escapa a nuestra comprensión pero que forma parte de la vida misma.
¿Pueden los adaptógenos liberarnos de las estructuras que nos limitan?
Los adaptógenos, que nos ofrecen una solución para regular el estrés y las tensiones del mundo moderno, pueden ser vistos desde esta misma perspectiva: no como una mera herramienta para adaptarnos mejor, sino como facilitadores de una desadaptación consciente. Si los adaptógenos permiten que el cuerpo y la mente se relajen y encuentren un equilibrio, también nos abren a la posibilidad de entrar en contacto con lo que el lenguaje no, con lo que escapa a la lógica de la productividad, la competencia y el control. En lugar de simplemente ayudar a "ajustarnos", nos invitan a cuestionar lo que significa realmente adaptarse en un mundo que parece no dejar espacio para lo inexplicable.
Al igual que los hongos, que operan en un nivel subterráneo e interconectado, los adaptógenos, cuando son utilizados con conciencia, nos ofrecen una oportunidad de desadaptarnos de las estructuras rígidas que nos oprimen, permitiéndonos conectarnos con una forma de subjetividad más fluida y más conectada con lo que realmente somos. Este proceso de desadaptación no es un rechazo a la realidad, sino una apertura hacia nuevas formas de ser que están más allá de lo expresable, lo lineal y lo controlable.
El cambio de paradigma que buscamos no es uno que nos aleje de quienes somos, sino que nos reconecte con lo esencial: con la parte de nosotrxs mismxs que hemos perdido en la vorágine de la adaptación constante. En lugar de seguir simplemente el flujo de un sistema que nos empuja a ser siempre más eficientes, más productivxs, más conformes, podemos empezar a des-adaptarnos. Quizás esta desadaptación no sea un rechazo al mundo, sino una invitación a vivir de una forma más auténtica, a volver a la conexión con lo que no puede ser nombrado ni encajado en fórmulas preestablecidas.
Hoy, más que nunca, somos seres hablantes, pero también somos seres que sienten, que experimentan, que se pierden en la inmensidad. Tal vez este texto, y las herramientas como los adaptógenos y las metáforas del mundo fungi, te inviten a cuestionar lo que se te ha dicho que debes ser. ¿Es posible que la verdadera libertad esté en lo que no se puede explicar, en lo que no tiene forma fija, en la desadaptación consciente?
Este proceso no es ajeno a vos. Todxs estamos inmersxs en este sistema que exige adaptación, y todxs, en algún momento, hemos sentido el peso de esa exigencia sobre nuestros hombros. Pero quizás, solo quizás, el mayor acto de resistencia sea el de no adaptarnos más, el de permitir que lo inefable y lo desconocido nos guíen hacia nuevas formas de vivir. Los hongos, con su red subterránea de comunicación fluida e interconectada, nos muestran que el verdadero cambio puede surgir no en la adaptación, sino en la liberación de los límites que nos imponen. Y al igual que los hongos, nosotrxs también tenemos la capacidad de conectar y transformar, de ser parte de una red viva que va más allá del lenguaje, del sistema, y de todo lo que conocemos.
Entonces, te pregunto, ¿estás dispuestx a desadaptarte? A cuestionar, a explorar lo que sucede cuando la experiencia del lenguaje se disuelve, a permitir que el caos de la percepción se convierta en una nueva forma de ser. Si la respuesta es sí, entonces ya has comenzado el viaje hacia un cambio de paradigma que, aunque incierto, será profundamente transformador.