Sobre el presente y futuro de las terapias con enteógenos.
El camino hacia una visión multidisciplinaria: explorando el impacto, los desafíos y el potencial transformador de estas prácticas en la salud mental y la sociedad.
Eran las 17 horas del domingo 3 de noviembre de 2024, y en el Main Stage de la 5.ª edición de la Expo Cannabis estaba por comenzar el foro sobre “La regulación del cannabis para el uso adulto”. En el escenario, el Dr. Sergio Mendes Garrido, docente de la cátedra de Toxicología de la Universidad de Buenos Aires y director de Toxicología del Hospital Fernández, abrió la discusión planteando el paradigma que aún tenemos respecto al uso adulto de las drogas.
Sergio citó en su charla un estudio del año 2010 realizado por el comité científico de drogas del Reino Unido, que ubicaba al cannabis (y también a los psicodélicos) muy por debajo del riesgo de daño tanto para el usuario como para la sociedad, en comparación con sustancias como el alcohol, el tabaco o la cocaína. La discusión era clara: si estas sustancias no generan el daño que su mala prensa les atribuye, ¿por qué siguen siendo tan estigmatizadas y prohibidas?
Sabemos, por ese mismo estudio, que los hongos psilocibios son una de las sustancias psicoactivas más inocuas que existen, sin potencial adictivo y con un perfil de seguridad notablemente alto (muchísimo más que el alcohol, por ejemplo).
La batalla cultural.
La reflexión planteada por el Dr. Mendes Garrido resonó en la sala llena de asistentes, un público diverso que incluía profesionales de la salud, activistas, usuarios y personas interesadas en comprender mejor el impacto de estas sustancias en la sociedad. La pregunta no sólo desafiaba el paradigma legal, sino también las narrativas culturales que durante décadas han moldeado nuestra percepción colectiva sobre las drogas.
El debate avanzó hacia un terreno fascinante: ¿qué significa realmente "uso adulto"? No se trata únicamente de alcanzar la mayoría de edad, sino de la capacidad de tomar decisiones informadas, conscientes y responsables sobre el propio cuerpo y mente. En este contexto, surgió otra pregunta clave: ¿por qué no aplicar un enfoque de reducción de daños y acceso regulado, en lugar de perpetuar una guerra contra las drogas que ya ha demostrado ser ineficaz y dañina?
La evidencia científica, como la presentada por el Dr. Mendes Garrido, pone de manifiesto que es hora de actualizar tanto las políticas públicas como los prejuicios que las sostienen.
Más allá de la sustancia.
La Expo Cannabis de este año redobló la apuesta —que ya había comenzado en la edición pasada— por el movimiento fungi, los psicodélicos y enteógenos, y la terapia e integración de estas prácticas para la salud mental. “Las personas no van a ser las mismas que entraron cuando salgan de ahí”, adelantaba Sebastián Basalo, organizador de la Expo y director de la revista THC, en una entrevista con Página/12 antes de las jornadas en La Rural.
"Meditaciones guiadas con sonidos, respiración holotrópica, bioenergética, yoga cannábico y círculos de cantos medicinales son algunas de las experiencias que se podrán vivir en este novedoso espacio", contaba Sebastián. También hubo talleres de astrología, cannabis y espiritualidad, y rituales para ceremonias con enteógenos, entre otras actividades.
Presente y futuro de las terapias con enteógenos.
Desde PsicodeAr estuvimos presentes en un foro en el auditorio de Salud y Cultivo, donde participé junto a la Dra. María Celeste Romero y la científica del CONICET Carla Pallavicini. Debatimos sobre el uso terapéutico moderno, la investigación actual (aún limitada) en Argentina y el uso adulto exploratorio, comúnmente denominado como recreativo.
Lo interesante de la conversación fue la importancia de poner sobre la mesa puntos de vista multidisciplinarios para no dejar afuera ninguna perspectiva en esta construcción colectiva hacia un futuro que se presenta muy prometedor para el uso de estas medicinas.
Este tipo de debates nos inspiran a seguir impulsando una visión más amplia y humana sobre las sustancias psicoactivas, especialmente las psicodélicas, por su enorme potencial para la salud mental. La evidencia científica, como la presentada por el Dr. Mendes Garrido, refuerza la necesidad de actualizar las políticas públicas y superar los prejuicios que aún las rodean. En este proceso, el conocimiento es nuestra herramienta más poderosa, y el diálogo o la conversación abierta, nuestro mejor aliado.
Es aquí donde entra en juego la educación, no solo como transmisión de información, sino como una invitación a reflexionar sobre nuestros propios paradigmas mentales y creencias. Si el cannabis y los hongos psilocibios son menos dañinos de lo que alguna vez pensamos (incluso presentan un potencial enorme para la salud humana), ¿qué otras verdades debemos cuestionar? ¿Cómo podemos transformar estos debates en acciones concretas que promuevan la salud, el bienestar y el derecho a la libertad cognitiva?